sin acuse de recibo


Olvidarme porque te amas y porque te da la gana; me perdonas porque me amas…
No te he pedido perdón, soy culpable de amarte y por eso voy a ser juzgada pero a ti por ello no rogare perdón.

Las conjeturas son tan absurdas que en ellas ya no quiero pensar, por ello y porque no te quiero extrañar te escribo esta carta aunque no se en donde estas.

A quien corresponda

Dibujo en las paredes de mi habitación, espero junto al silencio en la ventana, imagino lo que dicen los transeúntes; salgo al parque y siembro arbolitos de olvido sin atreverme a respirar, intentando enterrar cada recuerdo y vivir cada día a mi manera con nuevas gentes con las que no llego a ningún acuerdo, porque el corazón no quiere entregar lo que cree suyo, lo que mas bien siente tuyo.
A veces me despierto al creer oírte en las bocinas de los autos, entonces aparece el dolor de las caricias guardadas, esas que me he negado olvidar, puedo ver tu pecho erguirse sin pudor, desnudo frente a la única mujer que lo haría y mi corazón poseído por el deseo, liberado, haciéndote mío sabiendo que como yo, nadie tal vez te amaría.
Recuerdo el sudor de tu piel, la temperatura de tu aliento, la firmeza de tus muslos, el ancho de tu espalda… sabía que existía el paraíso cuando de mi efluvio de mujer hiciste tu colonia, mi alma jamás fue tan libre como cada noche que nos amábamos… saberme amada más allá del tiempo, de la piel… del espacio.
Tal vez es un sueño que creí haber soñado… mis sueños… recuerdos sin posibilidad de olvido.
No sé por qué te cuento estas cosas, no debería de darte a conocer mi demencia, mas no encontré otra forma de amarte.
Conoces el argumento de mi piel, de mis manos de mis palabras y hasta de mis silencios.
No viviré para siempre, me lo dice el espejo y me lo aseguran las gentes, dicen que lo eterno tiende a volverse herrumbroso, aunque no quiero convertirme solo en un recuerdo lleno de olvido.
No puedo ir tras de ti, temo caer en la vulgar manera de los amantes y seguir sin existencia… visible para ti, invisible y para los demás.
Tal vez sea mejor olvidarte… no encontrarte jamás... no hallarte jamás.

Tuya, la que es ti

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